En una organización como la Fundación Internacional APRONI, donde cada día atendemos a un heterogéneo grupo de perfiles, desde personas afectadas por un daño cerebral adquirido, hasta menores del sistema de protección, pasando por colectivos en grave riesgo de exclusión social, comunidades de países terceros o personas mayores en situación de dependencia, comprobamos cada día la importancia que para cualquier puesto a desempeñar tiene la VOCACIÓN.
La cualificación se adquiere, la experiencia es tiempo, incluso la sensibilidad y la empatía, sin vocación, al final desaparecen. Para dar la mejor atención hay que contar con los y las mejores, pero hasta la persona más buena y mejor formada, sin vocación no es nada.
Para convivir con la frustración y la desesperación de los que te rodean, sabiendo que es tu misión convertir la desesperanza en ilusión, para eso es imprescindible vocación.
Para comprender y perdonar agresiones que nacen del dolor, y alejadas de la intención y la maldad, para eso es necesaria la vocación.
Para tener la capacidad de influir en las personas y provocar un cambio positivo en sus vidas, necesitas vocación.
Si vas a dedicarte a esto, o si te dedicas a seleccionar personas para trabajar con personas, busca primero la vocación… si no existe, desiste.